Blogia
ELLA

Caricias

Desde el olvido

No me busques, porque no estoy, no quiero estar, hace tiempo me perdí en mi mismo y no quiero salir, son demasiados los pensamientos, las imágenes, los recuerdos. Me cansa esta hiperactividad mental de incongruencias existenciales. Me canso de mi mismo.

Como siempre, como otras veces, como tantas veces, estoy perdido, confundido, buscando algo que no encuentro y que ya ni siquiera sé si quiero.

Todo me parece absurdo y me consta que yo soy el generador de todo eso. No puedo evitarlo. No me gusta nada de lo que veo.

Tiempos de cólera en estos momentos.

Ya apareceré, ya lo sabes, al final siempre aparezco. No tengo remedio.

Siento que cada vez sean más largas las ausencias, y más cortos los encuentros. O quizá no. Quizá sea esto por lo que me pierdo.

Ya apareceré.

También te quiero. Y te deseo.

Ya sabes... no sé.

La verdad es que ni yo me entiendo.

Pero la verdad es que tampoco entiendo el mundo, ni cómo está hecho o cómo lo he hecho a mi alrededor.

Toda vez que piensas en mi, me tienes.
Siempre que quieres hablar conmigo, me tienes.
Cada vez que quieres tenerme, me tienes.
En cualquier ocasión que me necesitas, me tienes.
A cualquier hora, cualquier día, en cada momento... me tienes.

Pero... ¿te tengo yo a ti...

...cuando te pienso?
...cuando te hablo?
...cuando te deseo?
...cuando te necesito?

Si, ya sé que así lo tenemos construido, y que ya no es tiempo de echar la vista atrás buscando "por qué" o "cuándo" o símplemente "cómo", pero tampoco esto es excusa y te digo por qué.

Toda vez que pienso en ti,
siempre que quiero hablar contigo,
cada vez que quiero tenerte,
en cualquier ocasión que te necesito,
a cualquier hora, cualquier día, en cada momento,

tengo que resignarme a que

no siempre puedo pensar en ti,
no siempre puedo hablar contigo,
no siempre puedo tenerte,
no siempre puedo necesitarte,
a cualquier hora, cualquier día, en cada momento... no siempre te tengo.

Y no te lo reprocho, en serio, no busco en esto llamar tu atención desde una posición de víctima. Sólo aclararte que yo lo asumo, unas veces mejor, otras peor, pero con la fuerza suficiente de encajarlo.

Sé, como diría la canción, que esta sed de amarte me hace bien pero todo eso hace que adopte unas conductas de defensa para conmigo mismo, que adopte un rol de vida que me permita vivir contigo pero sin ti de tal modo que, a veces, no sé si traspaso los límites de querer mejor no tenerte que estar contigo, y en esta situación me siento confuso, alterado en los sentimientos, porque muchas veces llego a hacer más real lo que fabrico de ti que lo que tu realmente eres.

Y entonces, un día, a cualquier hora, en cualquier momento, apareces tu queriendo tenerme. Y me tienes.
Y entonces me tienes, si, en una dicotomia de sentimientos, deseando estar pero estando a la defensiva, porque no sé si eres tu o lo que yo ya he fabricado de ti.

Y te enfadas. Te molestas. Te revelas ante el hecho de que yo esté pero parezca no estar.
Y realmente es que yo ya no sé si prefiero estar o no estar.

Pero... ¿no te das cuenta?

No sé si te quiero a ti... o a la otra.
No sé si quiero estar contigo o querer estar contigo.

La verdad es que no sé. Quizá sea esto el origen de todo.

Vuelvo a ti

Como tantas veces, como otras veces, como siempre, vuelvo a ti.
Ignorante de ti, embaucador de ti, muriendo por ti, en esta turbulenta calma que siempre me deriva a ti.

Hoy me pillas abandonado a tu recuerdo, a tu memoria, a los momentos con que, desde hace ya tanto tiempo, revuelves las sábanas de mi vida para meterme en tu cama y jugar a ser tu amante, como tantas veces, como otras veces, como siempre, me pierdo en ti.

Y deseo tenerte aquí, arrastrando por mi cuerpo tu mirada, envolviendo mis deseos con tus besos, disfrazándome entre tus dedos con mil máscaras que me permitan ser tu amante, tu amor, tu amigo, tu secreto, tu vida, tu guardián, tu todo.

Qué tiempos estos de carnavales donde, cuando es lícita la licencia, no te tengo.

Qué tiempos aquellos de cuaresma donde, cuando es pecado el pecado, no te suelto.

Te espero en tiempos de cuaresma, con cuerpo y mente de carnaval.

Ansíame mi amor, deséame, porque no sabes lo que te espero.